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Credit Suisse vuelve a desplomarse en Bolsa mientras se enfría una fusión con UBS | Economía



Credit Suisse se ha convertido en material radiactivo. Primero fue el Saudi National Bank (SNB), su principal accionista —posee el 9,88% de la firma—, el que rechazó esta semana poner ni un franco más sobre la mesa para crecer en su capital. Ahora es UBS, el mayor banco suizo, el que rechaza cualquier tipo de fusión con la segunda entidad del país y su gran rival, debido a los enormes riesgos que ello supondría, según ha desvelado Bloomberg. Las acciones de Credit Suisse pierden un 11% mediada la sesión tras haber comenzado la jornada en positivo, y arrastran a los principales índices europeos, que también han virado a números rojos.

Años de fuertes caídas en Bolsa han dejado el precio de Credit Suisse por los suelos. Especialmente después del brutal varapalo de esta semana, donde se ha esfumado casi un tercio de su valor, y su capitalización ronda los 7.000 millones de euros. Pese a ello, no parece que en el sector lo consideren una ganga. La sucesión de escándalos, multas y malas decisiones le han llevado a apuntarse fuertes pérdidas en su negocio, pedir más recursos en ampliaciones de capital y reducir su tamaño a golpe de despidos, y en la industria bancaria se teme que guarde más muertos en el armario aún por salir.

En ese contexto, UBS rechaza participar en una operación de concentración que en plena crisis de la banca regional estadounidense, y cuando se extienden las dudas sobre todo el sector, podría traerle más dolores de cabeza que alegrías. Tampoco necesita asumir ese riesgo para crecer: el daño reputacional que está sufriendo Credit Suisse está provocando un trasvase de clientes hacia UBS sin necesidad de que este mueva un dedo, si bien un deterioro de la crisis de su rival también podría penalizarle por sus efectos para el sistema bancario, y sobre todo para la credibilidad de las entidades suizas.

Credit Suisse recibió este jueves un apoyo histórico del Banco Nacional de Suiza, del que tomará prestados hasta 50.000 millones de euros. La inyección le permitirá recomprar deuda por la que pagaba intereses más altos y por tanto, ahorrarse un buen dinero, pero aunque le da algo de aire a corto plazo, no soluciona sus problemas. Para levantar un banco en horas bajas hace falta, a veces, mucho más que facilitarle liquidez, pero el intangible de la confianza es más complicado de comprar. A veces, imposible.

Además, el banco ha visto cómo se le abren nuevos frentes. Un grupo de inversores estadounidenses ha presentado una demanda colectiva ante un tribunal federal de Camden (Nueva Jersey) en la que le acusa de engaño por no revelar que sufrió una importante pérdida de clientes y que tenía deficiencias materiales en sus controles internos sobre la información financiera. Y la operación de rescate con fondos proporcionados por el Banco Nacional de Suiza no genera un consenso total en el país. La izquierda critica que se entreguen recursos públicos con tanta celeridad a una entidad que durante años ha engordado las cuentas corrientes de sus directivos con suculentos bonus, recompensados generosamente pese a haber llevado al banco a su momento más delicado desde su fundación en 1856.

En la zona financiera de Zúrich, capital económica del país helvético, no se habla de otra cosa. Todas las portadas de prensa reflejan la crisis de Credit Suisse, y un vistazo discreto a la mesa de al lado en el restaurante Zeughauskeller, de comida tradicional y cervezas artesanales, situado muy cerca de la sede del banco, corrobora la creciente preocupación. En los móviles de algunos de los comensales trajeados que hacen una pausa para comer aparece el nombre de Credit Suisse entre términos en alemán, pues Zúrich forma parte de la Suiza germanófona. Cada día afloran nuevas informaciones relevantes sobre el futuro del banco, donde muchos suizos guardan sus ahorros, y banqueros, inversores y clientes siguen febrilmente esa actualidad que avanza casi tan rápido como se derrumban sus acciones.

La sangría tampoco cesa en la banca regional de EE UU

La apertura de la sesión en EE UU también trae malas noticias desde EE UU. El First Republic Bank, que este jueves recibió una inyección de 30.000 millones de un puñado de grandes bancos, no levanta cabeza pese al rescate: sus acciones caían cerca de un 20%. Otros, como el PacWest Bancorp (-11%) y el Western Alliance (-7%), también sufrían por las dudas de los inversores, temerosos de que la crisis bancaria se cobre nuevas víctimas tras la caída del Silicon Valley Bank y el Signature Bank la semana pasada.

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