Los cuatro capítulos de la excelente Litvinenko (Movistar Plus+) narran los 22 días de agonía y muerte de Alexander Litvinenko, un antiguo miembro del KGB exiliado en Gran Bretaña y envenenado con polonio 210. Tres semanas en las que el protagonista, un sobrio David Tennant, asume con lucidez su inminente muerte y ofrece una amplia información sobre los autores, directos e indirectos, de su envenenamiento. Tiene una cosa clara: el responsable de su muerte es Vladimir Putin, su antiguo jefe en el KGB y Presidente de Rusia durante los hechos que se relatan.
Con guion de George Kay y dirección de Jim Field Smith, la serie se centra en la investigación policial que pretende aclarar el acto terrorista de Estado en el centro de Londres, una investigación escrupulosa que encuentra la actitud obstruccionista de las autoridades rusas, algo reconocible por estos pagos cuando la justicia trataba de investigar la doble contabilidad del PP, y la demagogia de quien consideraba a Litvinenko como un traidor a la Patria cuando en realidad era un experto en los crueles métodos de sus servicios secretos. Dicho de otra manera: Putin considera que atacarle a él es atacar a Rusia, una extrapolación muy beneficiosa para sus intereses personales, como la del empresario que alega “inseguridad jurídica” para ahorrarse varios millones de euros de impuestos.
Lo dicho: una excelente serie que ratifica el ya sabido despotismo de Vladimir Putin y la impotencia de la ciudadanía frente a los poderes de los Estados, pues si en el caso ruso es evidente, no se queda atrás el británico que, finalmente, antepone los intereses comerciales y políticos a las consecuencias de declarar culpable al que decidió acabar con la vida de un disidente.
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